orquesta kipepeo (21 de marzo)

ayer volví a leer. las condiciones volvieron a no ser las mejores. durante la cena no estuvo del todo mal, además era algo nuevo. sin embargo por la noche fue más bien como llevar un barco por el medio de una tormenta en el océano. rayos y truenos de incertidumbre que me sacuden mientras que parece que la vuelta a madrid será algo así como inevitable, tan inevitable, que prácticamente va a ser por ley volver al puerto y el que se quiera quedar ahí fuera cabalgando las olas sobre aquella violenta tempestad lo hará por su cuenta y riesgo.

estábamos destripando la vida de cecilio, el circuito nocturno de homosexuales, intelectuales y todo tipo de gente perdida que se deja llevar por una marea de la que algunos pocos pescadores saben sacar algún provecho antes de que venga la resaca a limpiarlo todo. cecilio parecía ser alguien que en su día debió ser un buen pescador, pero que en la actualidad se encontraba en un claro declive y que se apoyaba en esta ana, que tenía a su niño, que tenía su trabajo precario, pero que aún era joven y era una chica ambiciosa que estaba luchando por llegar a algún sitio y además tenía amigas que estaban mejor posicionadas como candela que ya estaban saboreando algunas de las mieles que se podían ir probando cuando los poderosos te dejaban que te acercaras un poquito más a ellos. 

las chicas españolas que conocí ayer... sí, por fin hablé con ellas bajo estas circunstancias coronarias tan extrañas en las que nos encontramos. cuales serían sus historias. siempre me llamaba poderosamente la atención toda esta gente que terminaba en lugares exóticos tan lejos lejos de su hogar. por la manera en la que hablaba la chica de canarias, parecía que había algún tipo de pena detrás. -no quiero volver a ese infierno- decía. la chica de alicante tenía un espíritu muy diferente, creo que estaba metida en el mundo de la cooperación, me atrevería a decir que psicóloga, y era muy consciente de lo afortunada que era de estar aquí, como también lo era de que dentro de muy poco se le iba a acabar, pero tampoco se le veían deseos de nada más, como los que tuvo en su día la espalda plateada de la expedición, una madrileña que llevaba más de cinco años viviendo en la zona.

la grasa del hipopótamo, la carne de elefante, la madrileña que trabajaba para una ong de tanzanos y la americana alma con su convicción de que agarraría lo que no tiene en su viaje de vuelta, y aún así vivía ilusionada con echar a trump, barrer, sacar la fregona y limpiar y desinfectar bien esa casa blanca que tanta suciedad y secretos inconfesables no para de acumular entre sus inmaculadas paredes y suelos de mármol. 

-¿qué pensáis del corona?- me vi preguntando al guardia del seguridad. -es peligroso, muy peligroso-. me dijo mientras se alejaba paseando para continuar con su turno de noche.

me llamaron la atención dos cosas de crónica, la primera, los diecisiete de ana y el carroza de cecilio. los diecisiete de ana sobre todo teniendo en cuenta que tiene un niño. esas descripciones tan personales de los viejos, son verdaderamente estupendas. nunca había visto a nadie poner el foco de aquella manera sobre algo así, su aspecto, sus olores y todas esas sensaciones que la removían por dentro cuando se encontraba con ellos. 

todo se va entremezclando con el sufrimiento de experiencias desagradables provocadas por la perversión y el abuso de poder. la segunda encarnada en ese asqueroso funcionario que no hace más que reparar en esa parte de su currículo en la que dice francés. combinado con ese descenso a las rincones más sucios del universo sexual del ser humano. ser objeto de las miradas en las salas x a las que viejos y vagabundos acuden a pajearse. el pervertido del metro que tiene una fijación con las adolescentes a las salidas de los colegios. 


había algo que me seguía separando de la sensibilidad tan particular de rosa, igual que en otros escritores y escritoras parecías sentirte arropado por un manto en el que de alguna manera te sentías seguro, el camino con rosa parecía ser uno más espinoso y sin embargo tiene momentos de verdadera... momentos de pura escritora en las que sin ninguna duda está surfeando la ola y mola.

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