nada (28 de marzo)

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ayer fue un día triste, un día con muy poco, con mucha nostalgia, un día de despedida anticipada, con lluvias aquí y allá que te invitan a meterte en tu cuarto a leer, con encuentros flojos con la gente, con poca energía, con el intercambio justo. ayer comí dónde el musulmán, su hija estaba bien arreglada pero parecía triste. luego volví caminando por el borde de la carretera a casa, ‘kandahar’ se leía en el lateral de uno de los autobuses que pasaba.

me voy de áfrica después de algo más de seis meses, y me voy principalmente porque se ha producido una nueva situación en el mundo sin precedentes.

ayer estuve haciendo algo que no he hecho en todo el viaje, ver vídeos de youtube y sabes qué, no los he echado tanto de menos. leer es algo verdaderamente saludable y en cierta manera más combativo que ver vídeos, el contenido audiovisual parece como que te lleva en brazos.

reconozco que me llegó lo que dijo frank cuesta, que articuló algo que en cierta manera algo que sentía que estaba en mí. todo este rollo del virus, es el mundo animal protegiéndose de los humanos.

hace una noche terminé con rosa y su crónica de un desamor. aunque el final me decepcionó un poco es un muy buen libro y creo que ella va creciendo como escritora a medida que lo va escribiendo. 

va desarrollando su estilo, uno bastante peculiar en algunos tramos, uno bastante guay en otros.

digo que me decepcionó, pero es cierto que muchas cosas en la vida son así. al final el amor que tenía con el padre de su hijo no era verdaderamente para tanto. parece que fue decir ‘no’ lo que se había convertido en algo tan complicado, a lo que fue tan difícil llegar.

decirlo alto y claro, muchas veces no es tan fácil como parece. un ‘no’ sin fisuras quiere decir el fin de un viaje y quiere decir el comienzo de un nuevo camino.

y eso es lo que me dijo el departamento de inmigración de ruanda después de seis meses, trabajando y ayudando a los niños de la calle que hay en ese país.

mi historia con ruanda ha terminado por ser una gran decepción por un lado, y sin embargo, por otro lado, por el más importante, se han abierto nuevas puertas.

reconozco que quizás hubo un punto de macabra fascinación por el genocidio que me llevó a aquel país, pero   al mismo tiempo no es así, lo cierto que las historias que había leído, o incluso visto en algún documental, sobre la milagrosa reconciliación que allí estaba ocurriendo, me impactaron bastante en su día.

en mi segunda visita al país vi como un presidente hipócrita que criticaba y boicoteaba al presidente del país vecino (burundi) por alterar la constitución para presentarse a un tercer mandato, tan solo unos meses hacía exactamente esto en su propio país: alteraba la constitución y se presentaba a su tercer mandato.

sin embargo fue la tercera visita en la que vi y sentí lo que siente la gente mayoría de la gente en ruanda, miedo. las líneas sobre lo que es aceptable y no hablar en ruanda están muy marcadas, y desafortunadamente, hablar con alguien de una manera un poco relajada y cándida sobre el gobierno, y quitarte un peso de encima mientras tomas una cerveza después de un duro día de trabajo no es una opción. en cuanto la conversación se acerca a algo que pudiera ser una crítica, comienza a sentirse la tensión, hay algo que sobrevuela la habitación, el bar, o el árbol junto al que estás hablando. un pájaro amenazante con forma de espada y aunque nadie pueda oír lo que allí está pasando, hay cosas, como aquel reciente suicidio de un famoso músico ruandés bajo la custodia de la policía, que hace que la gente se haga preguntas, que hacen que ese pájaro amenazante esté siempre presente y sobrevuele las conversaciones allá dónde se produzcan. es solamente tras conversaciones muy largas y después de que hayan cogido algo de confianza que la gente se abrirá un poco, e incluso entonces no llegarán a criticar, aunque a veces si lo hacían, pero algo raro, muy raro, casi como encontrar oro, otras me veía teniendo que ser yo quien articulaba su crítica, siempre hablando de una forma generalizada y respetuosa, o explicándoles como desgraciadamente, mi propio país, españa, tuvo que pasar nada menos que cuarenta años así.

lo cierto es que he conocido bastante bien a los ruandeses y me he relacionado muy bien con ellos. renuncié a los expats, pero me hice amigo de la gente de allí, de las mujeres que vendían las frutas, o la chica que ponía saldo en el teléfono, de los camareros del sitio al que solía ir a tomar café, o al que iba a tomar cerveza, de los peluqueros de en frente de mi casa, pero sobre todo de la gente del centro. gente, pues como la que hay en todos los sitios, pero con un compromiso total cuando se trataba de algún asunto relacionado con los niños, gente que dedicaba su vida a una auténtica labor humanitaria, gente que ha ayudado a levantar y a sacar de la calle a muchísimos niños, era algo extraordinario. no era solo el trabajo en el centro, también fueron todas las conversaciones que pude tener más tarde sobre los niños de la calle fuera de él. historias en las que de vez en cuando te dabas cuenta de algo importante.

no he podido disfrutar a rosa bien del todo, porque mi cabeza ha estado muy agitada con todo lo que está pasando y aún así lo he disfrutado mucho. creo que ‘crónica del desamor’ es en cierto modo un pistoletazo de salida para la liberación de los ochenta. es una novela pionera y valiente, que tiene un punto punk, y quizás hasta algo de cortazar y henry miller? bah, que más da...

y no es un mal sabor de boca para terminar mi recorrido en áfrica, viendo a los monos correteando todos los días por las copas de los árboles a las faldas del kili que nunca vi. 

pero hoy sí que sí, me toca preparar la maleta. nos vemos pronto. xxx


pd. Fuck corona

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